¿Qué es la COP?
La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC o UNFCCC por sus siglas en inglés) entró en vigor en 1994, con el objetivo de reducir las concentraciones de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera. La Conferencia de las Partes (COP por sus siglas en inglés) fue designada como el órgano supremo de la Convención.
A la fecha, 195 países han presentado sus instrumentos de ratificación. Estos se reúnen una vez al año, por dos semanas, para examinar la aplicación de la Convención y desarrollar el proceso de negociación entre las Partes ante nuevos compromisos.
En virtud de la Convención, todas las Partes tienen responsabilidades comunes, aunque diferenciadas. Además, toman en consideración el carácter específico de sus prioridades nacionales y regionales de desarrollo, de sus objetivos y circunstancias. Considerando lo anterior, sus responsabilidades son:
Recabar y compartir la información sobre las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), las políticas nacionales y las prácticas óptimas.
Poner en marcha estrategias nacionales para abordar el problema de las emisiones de GEI y adaptarse a los impactos del cambio climático previstos, así como determinar la prestación de apoyo financiero y tecnológico a los países en desarrollo.
Cooperar para prepararse y adaptarse a los efectos del cambio climático.
La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC o UNFCCC por sus siglas en inglés) entró en vigor en 1994, con el objetivo de reducir las concentraciones de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera. La Conferencia de las Partes (COP por sus siglas en inglés) fue designada como el órgano supremo de la Convención.
A la fecha, 195 países han presentado sus instrumentos de ratificación. Estos se reúnen una vez al año, por dos semanas, para examinar la aplicación de la Convención y desarrollar el proceso de negociación entre las Partes ante nuevos compromisos.
En virtud de la Convención, todas las Partes tienen responsabilidades comunes, aunque diferenciadas. Además, toman en consideración el carácter específico de sus prioridades nacionales y regionales de desarrollo, de sus objetivos y circunstancias. Considerando lo anterior, sus responsabilidades son:
Recabar y compartir la información sobre las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), las políticas nacionales y las prácticas óptimas.
Poner en marcha estrategias nacionales para abordar el problema de las emisiones de GEI y adaptarse a los impactos del cambio climático previstos, así como determinar la prestación de apoyo financiero y tecnológico a los países en desarrollo.
Cooperar para prepararse y adaptarse a los efectos del cambio climático.
Papa Francisco a COP20: Superar intereses particulares para luchar contra cambio climático
https://www.aciprensa.com/noticias/papa-francisco-a-cop20-superar-intereses-particulares-para-luchar-contra-cambio-climatico-57863/
VATICANO, 11 Dic. 14 / 11:55 am (ACI).- El Papa Francisco ha vuelto a hacer un llamado para que se respete el medio ambiente. Lo ha hecho en una carta enviada al Ministro de Ambiente del Perú, Manuel Pulgar Vidal, con motivo de la Conferencia sobre el cambio climático de la Organización Nacional de Naciones Unidas – COP20 que se celebra desde el 1 de diciembre y que concluye mañana en Lima.
En un mensaje en español, el Papa señala que lo que debatido estos días en Perú “afecta a toda la humanidad, en particular a los más pobres y a las generaciones futuras”, por lo que se trata de “una grave responsabilidad ética y moral”.
“Las consecuencias de los cambios ambientales, que ya se sienten de modo dramático en muchos estados, sobre todo los insulares del Pacífico, nos recuerdan la gravedad de la incuria y de la inacción”.
El Santo Padre dice luego que “El tiempo para encontrar soluciones globales se está agotando. Solamente podremos hallar soluciones adecuadas si actuamos juntos y concordes. Existe, por tanto, un claro, definitivo e impostergable imperativo ético de actuar”.
Pero esto conlleva superar “intereses y comportamientos particulares” para que se desarrolle “libre de presiones políticas y económicas”.
A su vez, se debe promover “una cultura de la solidaridad, del encuentro y el diálogo; capaz de mostrar la responsabilidad de proteger el planeta y la familia humana”.
El Papa deseó que los trabajos se desarrollen con “justicia, respeto y equidad” y que los trabajos sean fructíferos.
¿Se está volviendo el clima más y más caliente?
De acuerdo a la Academia Nacional de Ciencias, la temperatura de la tierra ha crecido en casi 1° Fahrenheit en el siglo pasado, con acelerado calentamiento en los últimos 20 años. Hay nueva y fuerte evidencia que la mayoría del calentamiento en los últimos 50 años es atribuible a las actividades del hombre. Las actividades del hombre han modificado la composición química de la atmósfera a través de la formación de gases invernadero – principalmente dióxido carbónico, metano y óxido nitroso. La propiedad de guardar calor de estos gases es indiscutible pero no hay certeza de como el clima de la tierra responde a ellos. (fuente:US-EPA).
La Tendencia global de la temperatura se muestre en la figura siguiente donde debe anotarse que se refiere a temperaturas de la superficie principalmente sobre la tierra. La temperatura en niveles superiores puede ser diferente aún contraria.
https://www.aciprensa.com/noticias/papa-francisco-a-cop20-superar-intereses-particulares-para-luchar-contra-cambio-climatico-57863/
VATICANO, 11 Dic. 14 / 11:55 am (ACI).- El Papa Francisco ha vuelto a hacer un llamado para que se respete el medio ambiente. Lo ha hecho en una carta enviada al Ministro de Ambiente del Perú, Manuel Pulgar Vidal, con motivo de la Conferencia sobre el cambio climático de la Organización Nacional de Naciones Unidas – COP20 que se celebra desde el 1 de diciembre y que concluye mañana en Lima.
En un mensaje en español, el Papa señala que lo que debatido estos días en Perú “afecta a toda la humanidad, en particular a los más pobres y a las generaciones futuras”, por lo que se trata de “una grave responsabilidad ética y moral”.
“Las consecuencias de los cambios ambientales, que ya se sienten de modo dramático en muchos estados, sobre todo los insulares del Pacífico, nos recuerdan la gravedad de la incuria y de la inacción”.
El Santo Padre dice luego que “El tiempo para encontrar soluciones globales se está agotando. Solamente podremos hallar soluciones adecuadas si actuamos juntos y concordes. Existe, por tanto, un claro, definitivo e impostergable imperativo ético de actuar”.
Pero esto conlleva superar “intereses y comportamientos particulares” para que se desarrolle “libre de presiones políticas y económicas”.
A su vez, se debe promover “una cultura de la solidaridad, del encuentro y el diálogo; capaz de mostrar la responsabilidad de proteger el planeta y la familia humana”.
El Papa deseó que los trabajos se desarrollen con “justicia, respeto y equidad” y que los trabajos sean fructíferos.
¿Se está volviendo el clima más y más caliente?
De acuerdo a la Academia Nacional de Ciencias, la temperatura de la tierra ha crecido en casi 1° Fahrenheit en el siglo pasado, con acelerado calentamiento en los últimos 20 años. Hay nueva y fuerte evidencia que la mayoría del calentamiento en los últimos 50 años es atribuible a las actividades del hombre. Las actividades del hombre han modificado la composición química de la atmósfera a través de la formación de gases invernadero – principalmente dióxido carbónico, metano y óxido nitroso. La propiedad de guardar calor de estos gases es indiscutible pero no hay certeza de como el clima de la tierra responde a ellos. (fuente:US-EPA).
La Tendencia global de la temperatura se muestre en la figura siguiente donde debe anotarse que se refiere a temperaturas de la superficie principalmente sobre la tierra. La temperatura en niveles superiores puede ser diferente aún contraria.
¿Qué causa que la temperatura de la atmósfera aumente?
Hay muchos mecanismos posibles que pueden causar el calentamiento de la atmósfera, por ejemplo:
Variación natural – el clima se convierte en más cálido por dinámica caótica interna del sistema tierra-atmósfera (o sea, no hay influencia externa).
Actividad solar – incremento directo de la producción de energía solar o mecanismos indirectos “gatillo” debido a actividad solar (aunque nadie sabe cómo) puede causar que la temperatura de la superficie pueda crecer.
Efecto invernadero – aumento de gases “invernadero” como CO2, CH4, NO, CFC,…etc. (actualmente H2O es muy eficiente también, pero al presente se asume que esté en estado constante). Este último se presenta como la causa más probable de calentamiento global.
El efecto invernadero (atmosférico)
En la atmósfera, gases como H2O, CO2, CH4, CFC, etc., son capaces de absorber la radiación terrestre (llegando a la longitud de onda infrarroja) y re-radiar en todas direcciones. Así, parte de re-radiación es enviada de regreso a la superficie. Esto significa que en presencia de estos gases, la atmósfera será más cálida que sin ellos. Estos gases, tienen un rol de panel de vidrio, en un invernadero. De aquí el nombre de gases invernadero. Es razonable, por lo tanto, esperar que concentraciones elevadas de gases invernadero causará calentamiento de la atmósfera.
Actualmente, CO2 es el principal sospechoso de causar calentamiento global debido a la combustión de combustibles fósiles que naturalmente inyecta CO2 en la atmósfera. Mientras que otros procesos naturales también inyectan CO2, el proceso de combustión industrial parece jugar un rol significativo en el incremento de la concentración.
Hay muchos mecanismos posibles que pueden causar el calentamiento de la atmósfera, por ejemplo:
Variación natural – el clima se convierte en más cálido por dinámica caótica interna del sistema tierra-atmósfera (o sea, no hay influencia externa).
Actividad solar – incremento directo de la producción de energía solar o mecanismos indirectos “gatillo” debido a actividad solar (aunque nadie sabe cómo) puede causar que la temperatura de la superficie pueda crecer.
Efecto invernadero – aumento de gases “invernadero” como CO2, CH4, NO, CFC,…etc. (actualmente H2O es muy eficiente también, pero al presente se asume que esté en estado constante). Este último se presenta como la causa más probable de calentamiento global.
El efecto invernadero (atmosférico)
En la atmósfera, gases como H2O, CO2, CH4, CFC, etc., son capaces de absorber la radiación terrestre (llegando a la longitud de onda infrarroja) y re-radiar en todas direcciones. Así, parte de re-radiación es enviada de regreso a la superficie. Esto significa que en presencia de estos gases, la atmósfera será más cálida que sin ellos. Estos gases, tienen un rol de panel de vidrio, en un invernadero. De aquí el nombre de gases invernadero. Es razonable, por lo tanto, esperar que concentraciones elevadas de gases invernadero causará calentamiento de la atmósfera.
Actualmente, CO2 es el principal sospechoso de causar calentamiento global debido a la combustión de combustibles fósiles que naturalmente inyecta CO2 en la atmósfera. Mientras que otros procesos naturales también inyectan CO2, el proceso de combustión industrial parece jugar un rol significativo en el incremento de la concentración.
¿Cómo el incremento de CO2 conecta con el calentamiento global?
Físicamente por vía del efecto invernadero. La conexión es hecha usualmente por el uso de un modelo climático.
Se corre el control versus escenarios. Si los resultados de la corrida del escenario muestra una condición de superficie más cálida que el control, es plausible sospechar que el aumento de la concentración de CO2 en la atmósfera puede causar calentamiento.
Físicamente por vía del efecto invernadero. La conexión es hecha usualmente por el uso de un modelo climático.
Se corre el control versus escenarios. Si los resultados de la corrida del escenario muestra una condición de superficie más cálida que el control, es plausible sospechar que el aumento de la concentración de CO2 en la atmósfera puede causar calentamiento.
¿En suma qué es el cambio climático?
“Es Cambio del clima atribuido directa o indirectamente a actividades humanas que alteran la composición de la atmósfera mundial, observada durante períodos de tiempo comparables”
Este fenómeno fue notado por primera vez en 1863 por el científico británico Tyndall, observó que las concentraciones de ciertos gases en la atmósfera se estaban incrementando, y que esto tenía una correlación con el incremento en la temperatura del planeta
Los estudios científicos han demostrado que las actividades humanas y el desarrollo de los países son los mayores causantes del incremento de forma indiscriminada de los gases de efecto invernadero; los más importantes son recogidos en el protocolo de Kioto en su anexo A: Dióxido de Carbono CO2;Metano (CH4); Óxido nitroso (N2O), Hidrofluorocarbonos (HFC); Perfluorocarbonos ( PFC); Hexafluoruro de Azufre (SF6)
¿Cuáles serán los efectos del cambio climático y del calentamiento global?
Serán, entre otros: Subida en el nivel del mar; Cambios en los ecosistemas; Alteración en el ciclo de producción de los alimentos; Modificación del ciclo hidrológico; Extinción de especies animales y vegetales; Aumento de la temperatura y la concentración de CO2; Modificación de los ciclos reproductivos de especies animales y vegetales; Invasión de las zonas no intervenidas; Desertificación de tierras; Calentamiento de los mares tropicales y templados; Intensificación de los fenómenos climáticos (huracanes, tormentas); Incremento en la población de enfermedades respiratorias y de la piel; Deshielo de los glaciares; Incremento en las inundaciones; Modificación de los nichos ecológicos; Reducción del agua potable.
“Es Cambio del clima atribuido directa o indirectamente a actividades humanas que alteran la composición de la atmósfera mundial, observada durante períodos de tiempo comparables”
Este fenómeno fue notado por primera vez en 1863 por el científico británico Tyndall, observó que las concentraciones de ciertos gases en la atmósfera se estaban incrementando, y que esto tenía una correlación con el incremento en la temperatura del planeta
Los estudios científicos han demostrado que las actividades humanas y el desarrollo de los países son los mayores causantes del incremento de forma indiscriminada de los gases de efecto invernadero; los más importantes son recogidos en el protocolo de Kioto en su anexo A: Dióxido de Carbono CO2;Metano (CH4); Óxido nitroso (N2O), Hidrofluorocarbonos (HFC); Perfluorocarbonos ( PFC); Hexafluoruro de Azufre (SF6)
¿Cuáles serán los efectos del cambio climático y del calentamiento global?
Serán, entre otros: Subida en el nivel del mar; Cambios en los ecosistemas; Alteración en el ciclo de producción de los alimentos; Modificación del ciclo hidrológico; Extinción de especies animales y vegetales; Aumento de la temperatura y la concentración de CO2; Modificación de los ciclos reproductivos de especies animales y vegetales; Invasión de las zonas no intervenidas; Desertificación de tierras; Calentamiento de los mares tropicales y templados; Intensificación de los fenómenos climáticos (huracanes, tormentas); Incremento en la población de enfermedades respiratorias y de la piel; Deshielo de los glaciares; Incremento en las inundaciones; Modificación de los nichos ecológicos; Reducción del agua potable.
¿Cuál fue la primera Conferencia sobre Cambio Climático?
Fue en 1979 en Ginebra donde tuvo lugar la Primera Conferencia Mundial sobre el Clima. Allí por primera vez se consideró el cambio climático como una amenaza real para el planeta. La Conferencia adoptó una declaración que exhortaba a los gobiernos a prever y evitar los posibles cambios en el clima provocados por el hombre.
Fue en 1979 en Ginebra donde tuvo lugar la Primera Conferencia Mundial sobre el Clima. Allí por primera vez se consideró el cambio climático como una amenaza real para el planeta. La Conferencia adoptó una declaración que exhortaba a los gobiernos a prever y evitar los posibles cambios en el clima provocados por el hombre.
¿Qué opina la Iglesia Católica sobre el Calentamiento Global?
San Juan Pablo II allá por el año 1990 en su Mensaje por el Día Mundial de la Paz afirmaba:
La crisis ecológica: un problema moral.- “Algunos elementos de la presente crisis ecológica revelan de modo evidente su carácter moral. Entre ellos hay que incluir, en primer lugar, la aplicación indiscriminada de los adelantos científicos y tecnológicos. Muchos descubrimientos recientes han producido innegables beneficios a la humanidad; es más, ellos manifiestan cuán noble es la vocación del hombre a participar responsablemente en la acción creadora de Dios en el mundo. Sin embargo, se ha constatado que la aplicación de algunos descubrimientos en el campo industrial y agrícola produce, a largo plazo, efectos negativos. Todo esto ha demostrado crudamente cómo toda intervención en un área del ecosistema debe considerar sus consecuencias en otras áreas y, en general, en el bienestar de las generaciones futuras.
La disminución gradual de la capa de ozono y el consecuente «efecto invernadero» han alcanzado ya dimensiones críticas debido a la creciente difusión de las industrias, de las grandes concentraciones urbanas y del consumo energético. Los residuos industriales, los gases producidos por la combustión de carburantes fósiles, la deforestación incontrolada, el uso de algunos tipos de herbicidas, de refrigerantes y propulsores; todo esto, como es bien sabido, deteriora la atmósfera y el medio ambiente. De ello se han seguido múltiples cambios meteorológicos y atmosféricos cuyos efectos van desde los daños a la salud hasta el posible sumergimiento futuro de las tierras bajas”.
¿Cuál fue la primera COP (Conferencia de las Partes)?
Desde la adopción del Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, la Conferencia de las Partes (COP), el grupo de naciones que han firmado la CMNUCC, se ha reunido anualmente. La primera fue en 1995 en Berlín. La COP la responsable de mantener el proceso en su conjunto en marcha.
¿Qué fue el Protocolo de Kioto?
El año 1997, dentro del COP 3, se acordó el Protocolo de Kioto, por la ciudad de Japón donde se celebró la COP 3.
Los Objetivos de la COP 3 y del Protocolo de Kioto fueron los siguientes:
Alcanzar acuerdos internacionales en los que se respeten los intereses de todos y se proteja la integridad del sistema ambiental y del desarrollo mundial.
Reconocer la naturaleza integral e interdependiente de la Tierra, como nuestro hogar.
Lograr la estabilización de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel que impida interferencias antropogenas peligrosas en el sistema climático. (Menos del 5% al de 1990 o 1995 para las últimas tres familias de gases).
Permitir que los ecosistemas se adapten naturalmente al cambio climático, asegurando que la producción de alimentos no se vea amenazada y permita que el desarrollo económico prosiga de manera sostenible
Se buscó lograr que las necesidades ambientales de las generaciones presentes no imposibiliten o limiten las necesidades ambientales de las generaciones futuras.
¿Cuáles fueron los principales Acuerdos Políticos que englobó el Protocolo de Kioto (Arts. 3, 4,5, y 7)?
El Protocolo de Kioto, adoptado en 1997, establece compromisos jurídicamente vinculantes para reducir seis gases de efecto invernadero generados por los países del “Anexo I” (industrializados).
Los países industrializados y los países con economías en transición tenían que asegurar la reducción de sus emisiones de gases de efecto invernadero en por lo menos 5% por debajo del nivel de 1990 Ó 1995 (para HFC, PFC y SF6). La reducción tenía que ser efectiva entre los años del 2008 al 2012.
Estos objetivos no se deben cumplir necesariamente dentro de sus fronteras, sino que se pueden “externalizar” mediante el comercio de emisiones. Para ello las Partes podían compensar sus emisiones incrementando el volumen de gases de efecto invernadero absorbidos de la atmósfera mediante sumideros de carbono en el sector de uso de la tierra, cambio de uso de la tierra y silvicultura.
Los países en vías de desarrollo, tenía el compromiso político de realizar un inventario de las emisiones de gases de efecto invernadero y presentar informes sobre las medidas que están adoptando para aplicar la Convención. Deben optar programas nacionales que contengan: Medidas para facilitar la adaptación adecuada al cambio climático; Disposiciones para la elaboración y transferencia de tecnologías ambientalmente sanas; Planes para la realización de investigaciones sobre el clima, para la observación del sistema climático mundial y para el intercambio de información; Planes para promover la educación, la formación y la sensibilización del público con respecto al cambio climático.
El Protocolo también contempló la realización de acuerdos entre países comprendidos en el Anexo I del Protocolo de manera que se podrían transferir tecnologías limpias que ayuden a reducir las emisiones antropògenas por las fuentes, o incrementar las absorciones antropògenas por los sumideros de los gases de efecto invernadero en cualquier sector de la economía. Esto permitiría la adquisición de créditos llamados Unidades de Reducción de Emisiones (ERU´s) que podían ser intercambiados por títulos de derechos de emisión a favor del país que transfiera la tecnología.
También se crearon Mecanismos de Desarrollo Limpio el cual se podía realizar entre países comprendidos en el Anexo I del Protocolo. Se podrán transferir tecnologías limpias que ayuden a reducir las emisiones antropògenas por las fuentes, o incrementar las absorciones antropógenas por los sumideros de los gases de efecto invernadero en cualquier sector de la economía.
La entrada en vigencia tuvo enormes dificultades por la negativa de Estados Unidos (Presidente Busch) a suscribirlo basado en el hecho que ni la India ni la China tenían compromisos ambientales al haber sido considerando en el Anexo 2 (países en vías de desarrollo), lo cual era incompatible con el nivel de desarrollo que habían alcanzo y con el nivel de contaminación que estaban produciendo. Sólo se pudo completar la aprobación del 55% de los emisores de gases de efecto invernadero en el año 2005 y recién allí entro en vigencia.
San Juan Pablo II allá por el año 1990 en su Mensaje por el Día Mundial de la Paz afirmaba:
La crisis ecológica: un problema moral.- “Algunos elementos de la presente crisis ecológica revelan de modo evidente su carácter moral. Entre ellos hay que incluir, en primer lugar, la aplicación indiscriminada de los adelantos científicos y tecnológicos. Muchos descubrimientos recientes han producido innegables beneficios a la humanidad; es más, ellos manifiestan cuán noble es la vocación del hombre a participar responsablemente en la acción creadora de Dios en el mundo. Sin embargo, se ha constatado que la aplicación de algunos descubrimientos en el campo industrial y agrícola produce, a largo plazo, efectos negativos. Todo esto ha demostrado crudamente cómo toda intervención en un área del ecosistema debe considerar sus consecuencias en otras áreas y, en general, en el bienestar de las generaciones futuras.
La disminución gradual de la capa de ozono y el consecuente «efecto invernadero» han alcanzado ya dimensiones críticas debido a la creciente difusión de las industrias, de las grandes concentraciones urbanas y del consumo energético. Los residuos industriales, los gases producidos por la combustión de carburantes fósiles, la deforestación incontrolada, el uso de algunos tipos de herbicidas, de refrigerantes y propulsores; todo esto, como es bien sabido, deteriora la atmósfera y el medio ambiente. De ello se han seguido múltiples cambios meteorológicos y atmosféricos cuyos efectos van desde los daños a la salud hasta el posible sumergimiento futuro de las tierras bajas”.
¿Cuál fue la primera COP (Conferencia de las Partes)?
Desde la adopción del Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, la Conferencia de las Partes (COP), el grupo de naciones que han firmado la CMNUCC, se ha reunido anualmente. La primera fue en 1995 en Berlín. La COP la responsable de mantener el proceso en su conjunto en marcha.
¿Qué fue el Protocolo de Kioto?
El año 1997, dentro del COP 3, se acordó el Protocolo de Kioto, por la ciudad de Japón donde se celebró la COP 3.
Los Objetivos de la COP 3 y del Protocolo de Kioto fueron los siguientes:
Alcanzar acuerdos internacionales en los que se respeten los intereses de todos y se proteja la integridad del sistema ambiental y del desarrollo mundial.
Reconocer la naturaleza integral e interdependiente de la Tierra, como nuestro hogar.
Lograr la estabilización de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel que impida interferencias antropogenas peligrosas en el sistema climático. (Menos del 5% al de 1990 o 1995 para las últimas tres familias de gases).
Permitir que los ecosistemas se adapten naturalmente al cambio climático, asegurando que la producción de alimentos no se vea amenazada y permita que el desarrollo económico prosiga de manera sostenible
Se buscó lograr que las necesidades ambientales de las generaciones presentes no imposibiliten o limiten las necesidades ambientales de las generaciones futuras.
¿Cuáles fueron los principales Acuerdos Políticos que englobó el Protocolo de Kioto (Arts. 3, 4,5, y 7)?
El Protocolo de Kioto, adoptado en 1997, establece compromisos jurídicamente vinculantes para reducir seis gases de efecto invernadero generados por los países del “Anexo I” (industrializados).
Los países industrializados y los países con economías en transición tenían que asegurar la reducción de sus emisiones de gases de efecto invernadero en por lo menos 5% por debajo del nivel de 1990 Ó 1995 (para HFC, PFC y SF6). La reducción tenía que ser efectiva entre los años del 2008 al 2012.
Estos objetivos no se deben cumplir necesariamente dentro de sus fronteras, sino que se pueden “externalizar” mediante el comercio de emisiones. Para ello las Partes podían compensar sus emisiones incrementando el volumen de gases de efecto invernadero absorbidos de la atmósfera mediante sumideros de carbono en el sector de uso de la tierra, cambio de uso de la tierra y silvicultura.
Los países en vías de desarrollo, tenía el compromiso político de realizar un inventario de las emisiones de gases de efecto invernadero y presentar informes sobre las medidas que están adoptando para aplicar la Convención. Deben optar programas nacionales que contengan: Medidas para facilitar la adaptación adecuada al cambio climático; Disposiciones para la elaboración y transferencia de tecnologías ambientalmente sanas; Planes para la realización de investigaciones sobre el clima, para la observación del sistema climático mundial y para el intercambio de información; Planes para promover la educación, la formación y la sensibilización del público con respecto al cambio climático.
El Protocolo también contempló la realización de acuerdos entre países comprendidos en el Anexo I del Protocolo de manera que se podrían transferir tecnologías limpias que ayuden a reducir las emisiones antropògenas por las fuentes, o incrementar las absorciones antropògenas por los sumideros de los gases de efecto invernadero en cualquier sector de la economía. Esto permitiría la adquisición de créditos llamados Unidades de Reducción de Emisiones (ERU´s) que podían ser intercambiados por títulos de derechos de emisión a favor del país que transfiera la tecnología.
También se crearon Mecanismos de Desarrollo Limpio el cual se podía realizar entre países comprendidos en el Anexo I del Protocolo. Se podrán transferir tecnologías limpias que ayuden a reducir las emisiones antropògenas por las fuentes, o incrementar las absorciones antropógenas por los sumideros de los gases de efecto invernadero en cualquier sector de la economía.
La entrada en vigencia tuvo enormes dificultades por la negativa de Estados Unidos (Presidente Busch) a suscribirlo basado en el hecho que ni la India ni la China tenían compromisos ambientales al haber sido considerando en el Anexo 2 (países en vías de desarrollo), lo cual era incompatible con el nivel de desarrollo que habían alcanzo y con el nivel de contaminación que estaban produciendo. Sólo se pudo completar la aprobación del 55% de los emisores de gases de efecto invernadero en el año 2005 y recién allí entro en vigencia.
¿Qué pasó después de Kioto?
Continuó aumentando la producción de gases del efecto invernadero habiendo pasado la concentración de CO2 en la atmósfera de los 350 ppm.
La situación se ha vuelto tan grave que la Iglesia Católica no ha dejado de abordar sobre este tema. Es de particular relevancia las palabras de SS Benedicto XVI en su Encíclica Caritas in Veritate (2009):
“DESARROLLO DE LOS PUEBLOS, DERECHOS Y DEBERES, AMBIENTE
El tema del desarrollo está también muy unido hoy a los deberes que nacen de la relación del hombre con el ambiente natural. Éste es un don de Dios para todos, y su uso representa para nosotros una responsabilidad para con los pobres, las generaciones futuras y toda la humanidad. Cuando se considera la naturaleza, y en primer lugar al ser humano, fruto del azar o del determinismo evolutivo, disminuye el sentido de la responsabilidad en las conciencias. El creyente reconoce en la naturaleza el maravilloso resultado de la intervención creadora de Dios, que el hombre puede utilizar responsablemente para satisfacer sus legítimas necesidades —materiales e inmateriales— respetando el equilibrio inherente a la creación misma. Si se desvanece esta visión, se acaba por considerar la naturaleza como un tabú intocable o, al contrario, por abusar de ella. Ambas posturas no son conformes con la visión cristiana de la naturaleza, fruto de la creación de Dios.
La naturaleza es expresión de un proyecto de amor y de verdad. Ella nos precede y nos ha sido dada por Dios como ámbito de vida. Nos habla del Creador (cf. Rm 1,20) y de su amor a la humanidad. Está destinada a encontrar la «plenitud» en Cristo al final de los tiempos (cf. Ef 1,9-10; Col 1,19-20). También ella, por tanto, es una «vocación»[115]. La naturaleza está a nuestra disposición no como un «montón de desechos esparcidos al azar»,[116] sino como un don del Creador que ha diseñado sus estructuras intrínsecas para que el hombre descubra las orientaciones que se deben seguir para «guardarla y cultivarla» (cf. Gn 2,15). Pero se ha de subrayar que es contrario al verdadero desarrollo considerar la naturaleza como más importante que la persona humana misma. Esta postura conduce a actitudes neopaganas o de nuevo panteísmo: la salvación del hombre no puede venir únicamente de la naturaleza, entendida en sentido puramente naturalista. Por otra parte, también es necesario refutar la posición contraria, que mira a su completa tecnificación, porque el ambiente natural no es sólo materia disponible a nuestro gusto, sino obra admirable del Creador y que lleva en sí una «gramática» que indica finalidad y criterios para un uso inteligente, no instrumental y arbitrario. Hoy, muchos perjuicios al desarrollo provienen en realidad de estas maneras de pensar distorsionadas. Reducir completamente la naturaleza a un conjunto de simples datos fácticos acaba siendo fuente de violencia para con el ambiente, provocando además conductas que no respetan la naturaleza del hombre mismo. Ésta, en cuanto se compone no sólo de materia, sino también de espíritu, y por tanto rica de significados y fines trascendentes, tiene un carácter normativo incluso para la cultura. El hombre interpreta y modela el ambiente natural mediante la cultura, la cual es orientada a su vez por la libertad responsable, atenta a los dictámenes de la ley moral. Por tanto, los proyectos para un desarrollo humano integral no pueden ignorar a las generaciones sucesivas, sino que han de caracterizarse por la solidaridad y la justicia intergeneracional, teniendo en cuenta múltiples aspectos, como el ecológico, el jurídico, el económico, el político y el cultural.
Hoy, las cuestiones relacionadas con el cuidado y salvaguardia del ambiente han de tener debidamente en cuenta los problemas energéticos. En efecto, el acaparamiento por parte de algunos estados, grupos de poder y empresas de recursos energéticos no renovables, es un grave obstáculo para el desarrollo de los países pobres. Éstos no tienen medios económicos ni para acceder a las fuentes energéticas no renovables ya existentes ni para financiar la búsqueda de fuentes nuevas y alternativas. La acumulación de recursos naturales, que en muchos casos se encuentran precisamente en países pobres, causa explotación y conflictos frecuentes entre las naciones y en su interior. Dichos conflictos se producen con frecuencia precisamente en el territorio de esos países, con graves consecuencias de muertes, destrucción y mayor degradación aún. La comunidad internacional tiene el deber imprescindible de encontrar los modos institucionales para ordenar el aprovechamiento de los recursos no renovables, con la participación también de los países pobres, y planificar así conjuntamente el futuro.
En este sentido, hay también una urgente necesidad moral de una renovada solidaridad, especialmente en las relaciones entre países en vías de desarrollo y países altamente industrializados. Las sociedades tecnológicamente avanzadas pueden y deben disminuir el propio gasto energético, bien porque las actividades manufactureras evolucionan, bien porque entre sus ciudadanos se difunde una mayor sensibilidad ecológica. Además, se debe añadir que hoy se puede mejorar la eficacia energética y al mismo tiempo progresar en la búsqueda de energías alternativas. Pero es también necesaria una redistribución planetaria de los recursos energéticos, de manera que también los países que no los tienen puedan acceder a ellos. Su destino no puede dejarse en manos del primero que llega o depender de la lógica del más fuerte. Se trata de problemas relevantes que, para ser afrontados de manera adecuada, requieren por parte de todos una responsable toma de conciencia de las consecuencias que afectarán a las nuevas generaciones, y sobre todo a los numerosos jóvenes que viven en los pueblos pobres, los cuales «reclaman tener su parte activa en la construcción de un mundo mejor»[119].
Esta responsabilidad es global, porque no concierne sólo a la energía, sino a toda la creación, para no dejarla a las nuevas generaciones empobrecida en sus recursos. Es lícito que el hombre gobierne responsablemente la naturaleza para custodiarla, hacerla productiva y cultivarla también con métodos nuevos y tecnologías avanzadas, de modo que pueda acoger y alimentar dignamente a la población que la habita. En nuestra tierra hay lugar para todos: en ella toda la familia humana debe encontrar los recursos necesarios para vivir dignamente, con la ayuda de la naturaleza misma, don de Dios a sus hijos, con el tesón del propio trabajo y de la propia inventiva. Pero debemos considerar un deber muy grave el dejar la tierra a las nuevas generaciones en un estado en el que puedan habitarla dignamente y seguir cultivándola. Eso comporta «el compromiso de decidir juntos después de haber ponderado responsablemente la vía a seguir, con el objetivo de fortalecer esa alianza entre ser humano y medio ambiente que ha de ser reflejo del amor creador de Dios, del cual procedemos y hacia el cual caminamos»[120]. Es de desear que la comunidad internacional y cada gobierno sepan contrarrestar eficazmente los modos de utilizar el ambiente que le sean nocivos. Y también las autoridades competentes han de hacer los esfuerzos necesarios para que los costes económicos y sociales que se derivan del uso de los recursos ambientales comunes se reconozcan de manera transparente y sean sufragados totalmente por aquellos que se benefician, y no por otros o por las futuras generaciones. La protección del entorno, de los recursos y del clima requiere que todos los responsables internacionales actúen conjuntamente y demuestren prontitud para obrar de buena fe, en el respeto de la ley y la solidaridad con las regiones más débiles del planeta [121]. Una de las mayores tareas de la economía es precisamente el uso más eficaz de los recursos, no el abuso, teniendo siempre presente que el concepto de eficiencia no es axiológicamente neutral.
El modo en que el hombre trata el ambiente influye en la manera en que se trata a sí mismo, y viceversa. Esto exige que la sociedad actual revise seriamente su estilo de vida que, en muchas partes del mundo, tiende al hedonismo y al consumismo, despreocupándose de los daños que de ello se derivan. Es necesario un cambio efectivo de mentalidad que nos lleve a adoptar nuevos estilos de vida, «a tenor de los cuales la búsqueda de la verdad, de la belleza y del bien, así como la comunión con los demás hombres para un crecimiento común sean los elementos que determinen las opciones del consumo, de los ahorros y de las inversiones»[123]. Cualquier menoscabo de la solidaridad y del civismo produce daños ambientales, así como la degradación ambiental, a su vez, provoca insatisfacción en las relaciones sociales. La naturaleza, especialmente en nuestra época, está tan integrada en la dinámica social y cultural que prácticamente ya no constituye una variable independiente. La desertización y el empobrecimiento productivo de algunas áreas agrícolas son también fruto del empobrecimiento de sus habitantes y de su atraso. Cuando se promueve el desarrollo económico y cultural de estas poblaciones, se tutela también la naturaleza. Además, muchos recursos naturales quedan devastados con las guerras. La paz de los pueblos y entre los pueblos permitiría también una mayor salvaguardia de la naturaleza. El acaparamiento de los recursos, especialmente del agua, puede provocar graves conflictos entre las poblaciones afectadas. Un acuerdo pacífico sobre el uso de los recursos puede salvaguardar la naturaleza y, al mismo tiempo, el bienestar de las sociedades interesadas.
La Iglesia tiene una responsabilidad respecto a la creación y la debe hacer valer en público. Y, al hacerlo, no sólo debe defender la tierra, el agua y el aire como dones de la creación que pertenecen a todos. Debe proteger sobre todo al hombre contra la destrucción de sí mismo. Es necesario que exista una especie de ecología del hombre bien entendida. En efecto, la degradación de la naturaleza está estrechamente unida a la cultura que modela la convivencia humana: cuando se respeta la «ecología humana» en la sociedad, también la ecología ambiental se beneficia. Así como las virtudes humanas están interrelacionadas, de modo que el debilitamiento de una pone en peligro también a las otras, así también el sistema ecológico se apoya en un proyecto que abarca tanto la sana convivencia social como la buena relación con la naturaleza.
Para salvaguardar la naturaleza no basta intervenir con incentivos o desincentivos económicos, y ni siquiera basta con una instrucción adecuada. Éstos son instrumentos importantes, pero el problema decisivo es la capacidad moral global de la sociedad. Si no se respeta el derecho a la vida y a la muerte natural, si se hace artificial la concepción, la gestación y el nacimiento del hombre, si se sacrifican embriones humanos a la investigación, la conciencia común acaba perdiendo el concepto de ecología humana y con ello de la ecología ambiental. Es una contradicción pedir a las nuevas generaciones el respeto al ambiente natural, cuando la educación y las leyes no las ayudan a respetarse a sí mismas. El libro de la naturaleza es uno e indivisible, tanto en lo que concierne a la vida, la sexualidad, el matrimonio, la familia, las relaciones sociales, en una palabra, el desarrollo humano integral. Los deberes que tenemos con el ambiente están relacionados con los que tenemos para con la persona considerada en sí misma y en su relación con los otros. No se pueden exigir unos y conculcar otros. Es una grave antinomia de la mentalidad y de la praxis actual, que envilece a la persona, trastorna el ambiente y daña a la sociedad.
La verdad, y el amor que ella desvela, no se pueden producir, sólo se pueden acoger. Su última fuente no es, ni puede ser, el hombre, sino Dios, o sea Aquel que es Verdad y Amor. Este principio es muy importante para la sociedad y para el desarrollo, en cuanto que ni la Verdad ni el Amor pueden ser sólo productos humanos; la vocación misma al desarrollo de las personas y de los pueblos no se fundamenta en una simple deliberación humana, sino que está inscrita en un plano que nos precede y que para todos nosotros es un deber que ha de ser acogido libremente. Lo que nos precede y constituye —el Amor y la Verdad subsistentes— nos indica qué es el bien y en qué consiste nuestra felicidad. Nos señala así el camino hacia el verdadero desarrollo.”
Continuó aumentando la producción de gases del efecto invernadero habiendo pasado la concentración de CO2 en la atmósfera de los 350 ppm.
La situación se ha vuelto tan grave que la Iglesia Católica no ha dejado de abordar sobre este tema. Es de particular relevancia las palabras de SS Benedicto XVI en su Encíclica Caritas in Veritate (2009):
“DESARROLLO DE LOS PUEBLOS, DERECHOS Y DEBERES, AMBIENTE
El tema del desarrollo está también muy unido hoy a los deberes que nacen de la relación del hombre con el ambiente natural. Éste es un don de Dios para todos, y su uso representa para nosotros una responsabilidad para con los pobres, las generaciones futuras y toda la humanidad. Cuando se considera la naturaleza, y en primer lugar al ser humano, fruto del azar o del determinismo evolutivo, disminuye el sentido de la responsabilidad en las conciencias. El creyente reconoce en la naturaleza el maravilloso resultado de la intervención creadora de Dios, que el hombre puede utilizar responsablemente para satisfacer sus legítimas necesidades —materiales e inmateriales— respetando el equilibrio inherente a la creación misma. Si se desvanece esta visión, se acaba por considerar la naturaleza como un tabú intocable o, al contrario, por abusar de ella. Ambas posturas no son conformes con la visión cristiana de la naturaleza, fruto de la creación de Dios.
La naturaleza es expresión de un proyecto de amor y de verdad. Ella nos precede y nos ha sido dada por Dios como ámbito de vida. Nos habla del Creador (cf. Rm 1,20) y de su amor a la humanidad. Está destinada a encontrar la «plenitud» en Cristo al final de los tiempos (cf. Ef 1,9-10; Col 1,19-20). También ella, por tanto, es una «vocación»[115]. La naturaleza está a nuestra disposición no como un «montón de desechos esparcidos al azar»,[116] sino como un don del Creador que ha diseñado sus estructuras intrínsecas para que el hombre descubra las orientaciones que se deben seguir para «guardarla y cultivarla» (cf. Gn 2,15). Pero se ha de subrayar que es contrario al verdadero desarrollo considerar la naturaleza como más importante que la persona humana misma. Esta postura conduce a actitudes neopaganas o de nuevo panteísmo: la salvación del hombre no puede venir únicamente de la naturaleza, entendida en sentido puramente naturalista. Por otra parte, también es necesario refutar la posición contraria, que mira a su completa tecnificación, porque el ambiente natural no es sólo materia disponible a nuestro gusto, sino obra admirable del Creador y que lleva en sí una «gramática» que indica finalidad y criterios para un uso inteligente, no instrumental y arbitrario. Hoy, muchos perjuicios al desarrollo provienen en realidad de estas maneras de pensar distorsionadas. Reducir completamente la naturaleza a un conjunto de simples datos fácticos acaba siendo fuente de violencia para con el ambiente, provocando además conductas que no respetan la naturaleza del hombre mismo. Ésta, en cuanto se compone no sólo de materia, sino también de espíritu, y por tanto rica de significados y fines trascendentes, tiene un carácter normativo incluso para la cultura. El hombre interpreta y modela el ambiente natural mediante la cultura, la cual es orientada a su vez por la libertad responsable, atenta a los dictámenes de la ley moral. Por tanto, los proyectos para un desarrollo humano integral no pueden ignorar a las generaciones sucesivas, sino que han de caracterizarse por la solidaridad y la justicia intergeneracional, teniendo en cuenta múltiples aspectos, como el ecológico, el jurídico, el económico, el político y el cultural.
Hoy, las cuestiones relacionadas con el cuidado y salvaguardia del ambiente han de tener debidamente en cuenta los problemas energéticos. En efecto, el acaparamiento por parte de algunos estados, grupos de poder y empresas de recursos energéticos no renovables, es un grave obstáculo para el desarrollo de los países pobres. Éstos no tienen medios económicos ni para acceder a las fuentes energéticas no renovables ya existentes ni para financiar la búsqueda de fuentes nuevas y alternativas. La acumulación de recursos naturales, que en muchos casos se encuentran precisamente en países pobres, causa explotación y conflictos frecuentes entre las naciones y en su interior. Dichos conflictos se producen con frecuencia precisamente en el territorio de esos países, con graves consecuencias de muertes, destrucción y mayor degradación aún. La comunidad internacional tiene el deber imprescindible de encontrar los modos institucionales para ordenar el aprovechamiento de los recursos no renovables, con la participación también de los países pobres, y planificar así conjuntamente el futuro.
En este sentido, hay también una urgente necesidad moral de una renovada solidaridad, especialmente en las relaciones entre países en vías de desarrollo y países altamente industrializados. Las sociedades tecnológicamente avanzadas pueden y deben disminuir el propio gasto energético, bien porque las actividades manufactureras evolucionan, bien porque entre sus ciudadanos se difunde una mayor sensibilidad ecológica. Además, se debe añadir que hoy se puede mejorar la eficacia energética y al mismo tiempo progresar en la búsqueda de energías alternativas. Pero es también necesaria una redistribución planetaria de los recursos energéticos, de manera que también los países que no los tienen puedan acceder a ellos. Su destino no puede dejarse en manos del primero que llega o depender de la lógica del más fuerte. Se trata de problemas relevantes que, para ser afrontados de manera adecuada, requieren por parte de todos una responsable toma de conciencia de las consecuencias que afectarán a las nuevas generaciones, y sobre todo a los numerosos jóvenes que viven en los pueblos pobres, los cuales «reclaman tener su parte activa en la construcción de un mundo mejor»[119].
Esta responsabilidad es global, porque no concierne sólo a la energía, sino a toda la creación, para no dejarla a las nuevas generaciones empobrecida en sus recursos. Es lícito que el hombre gobierne responsablemente la naturaleza para custodiarla, hacerla productiva y cultivarla también con métodos nuevos y tecnologías avanzadas, de modo que pueda acoger y alimentar dignamente a la población que la habita. En nuestra tierra hay lugar para todos: en ella toda la familia humana debe encontrar los recursos necesarios para vivir dignamente, con la ayuda de la naturaleza misma, don de Dios a sus hijos, con el tesón del propio trabajo y de la propia inventiva. Pero debemos considerar un deber muy grave el dejar la tierra a las nuevas generaciones en un estado en el que puedan habitarla dignamente y seguir cultivándola. Eso comporta «el compromiso de decidir juntos después de haber ponderado responsablemente la vía a seguir, con el objetivo de fortalecer esa alianza entre ser humano y medio ambiente que ha de ser reflejo del amor creador de Dios, del cual procedemos y hacia el cual caminamos»[120]. Es de desear que la comunidad internacional y cada gobierno sepan contrarrestar eficazmente los modos de utilizar el ambiente que le sean nocivos. Y también las autoridades competentes han de hacer los esfuerzos necesarios para que los costes económicos y sociales que se derivan del uso de los recursos ambientales comunes se reconozcan de manera transparente y sean sufragados totalmente por aquellos que se benefician, y no por otros o por las futuras generaciones. La protección del entorno, de los recursos y del clima requiere que todos los responsables internacionales actúen conjuntamente y demuestren prontitud para obrar de buena fe, en el respeto de la ley y la solidaridad con las regiones más débiles del planeta [121]. Una de las mayores tareas de la economía es precisamente el uso más eficaz de los recursos, no el abuso, teniendo siempre presente que el concepto de eficiencia no es axiológicamente neutral.
El modo en que el hombre trata el ambiente influye en la manera en que se trata a sí mismo, y viceversa. Esto exige que la sociedad actual revise seriamente su estilo de vida que, en muchas partes del mundo, tiende al hedonismo y al consumismo, despreocupándose de los daños que de ello se derivan. Es necesario un cambio efectivo de mentalidad que nos lleve a adoptar nuevos estilos de vida, «a tenor de los cuales la búsqueda de la verdad, de la belleza y del bien, así como la comunión con los demás hombres para un crecimiento común sean los elementos que determinen las opciones del consumo, de los ahorros y de las inversiones»[123]. Cualquier menoscabo de la solidaridad y del civismo produce daños ambientales, así como la degradación ambiental, a su vez, provoca insatisfacción en las relaciones sociales. La naturaleza, especialmente en nuestra época, está tan integrada en la dinámica social y cultural que prácticamente ya no constituye una variable independiente. La desertización y el empobrecimiento productivo de algunas áreas agrícolas son también fruto del empobrecimiento de sus habitantes y de su atraso. Cuando se promueve el desarrollo económico y cultural de estas poblaciones, se tutela también la naturaleza. Además, muchos recursos naturales quedan devastados con las guerras. La paz de los pueblos y entre los pueblos permitiría también una mayor salvaguardia de la naturaleza. El acaparamiento de los recursos, especialmente del agua, puede provocar graves conflictos entre las poblaciones afectadas. Un acuerdo pacífico sobre el uso de los recursos puede salvaguardar la naturaleza y, al mismo tiempo, el bienestar de las sociedades interesadas.
La Iglesia tiene una responsabilidad respecto a la creación y la debe hacer valer en público. Y, al hacerlo, no sólo debe defender la tierra, el agua y el aire como dones de la creación que pertenecen a todos. Debe proteger sobre todo al hombre contra la destrucción de sí mismo. Es necesario que exista una especie de ecología del hombre bien entendida. En efecto, la degradación de la naturaleza está estrechamente unida a la cultura que modela la convivencia humana: cuando se respeta la «ecología humana» en la sociedad, también la ecología ambiental se beneficia. Así como las virtudes humanas están interrelacionadas, de modo que el debilitamiento de una pone en peligro también a las otras, así también el sistema ecológico se apoya en un proyecto que abarca tanto la sana convivencia social como la buena relación con la naturaleza.
Para salvaguardar la naturaleza no basta intervenir con incentivos o desincentivos económicos, y ni siquiera basta con una instrucción adecuada. Éstos son instrumentos importantes, pero el problema decisivo es la capacidad moral global de la sociedad. Si no se respeta el derecho a la vida y a la muerte natural, si se hace artificial la concepción, la gestación y el nacimiento del hombre, si se sacrifican embriones humanos a la investigación, la conciencia común acaba perdiendo el concepto de ecología humana y con ello de la ecología ambiental. Es una contradicción pedir a las nuevas generaciones el respeto al ambiente natural, cuando la educación y las leyes no las ayudan a respetarse a sí mismas. El libro de la naturaleza es uno e indivisible, tanto en lo que concierne a la vida, la sexualidad, el matrimonio, la familia, las relaciones sociales, en una palabra, el desarrollo humano integral. Los deberes que tenemos con el ambiente están relacionados con los que tenemos para con la persona considerada en sí misma y en su relación con los otros. No se pueden exigir unos y conculcar otros. Es una grave antinomia de la mentalidad y de la praxis actual, que envilece a la persona, trastorna el ambiente y daña a la sociedad.
La verdad, y el amor que ella desvela, no se pueden producir, sólo se pueden acoger. Su última fuente no es, ni puede ser, el hombre, sino Dios, o sea Aquel que es Verdad y Amor. Este principio es muy importante para la sociedad y para el desarrollo, en cuanto que ni la Verdad ni el Amor pueden ser sólo productos humanos; la vocación misma al desarrollo de las personas y de los pueblos no se fundamenta en una simple deliberación humana, sino que está inscrita en un plano que nos precede y que para todos nosotros es un deber que ha de ser acogido libremente. Lo que nos precede y constituye —el Amor y la Verdad subsistentes— nos indica qué es el bien y en qué consiste nuestra felicidad. Nos señala así el camino hacia el verdadero desarrollo.”
¿Fue Kioto un fracaso?
El Protocolo de Kioto no fue capaz de lograr su objetivo fundamental que fue reducción en más del 5 % (respecto al año 1990) de las emisiones de gases de efecto invernadero para el año 2012.
Esto se debió a que la configuración del mundo y la división de países que existía al firma del protocolo de Kioto había cambiado radicalmente (basada en países ricos contaminante – Anexo 1- y países pobres afectados)
Los países emergentes (China, Brasil, India, México, Sudáfrica) has llegado a ser tanto o más contaminantes que los países desarrollados. Su peso económico y capacidad de contaminación exige una responsabilidad nueva y diferenciada para ellos (origen conflicto China – EEUU en Copenhague). También porque la existencia de una pluralidad de realidades e intereses de los países en desarrollo creaba dificultades para actuar como un solo bloque en la negociación.
¿Ahora en la COP 20, en Lima, que se busca?
En la reunión de Lima, los participantes buscan alcanzar consensos para adoptar medidas para reducir el aumento de la temperatura causante del calentamiento global, a fin de mitigar el cambio climático.
El Protocolo de Kioto no fue capaz de lograr su objetivo fundamental que fue reducción en más del 5 % (respecto al año 1990) de las emisiones de gases de efecto invernadero para el año 2012.
Esto se debió a que la configuración del mundo y la división de países que existía al firma del protocolo de Kioto había cambiado radicalmente (basada en países ricos contaminante – Anexo 1- y países pobres afectados)
Los países emergentes (China, Brasil, India, México, Sudáfrica) has llegado a ser tanto o más contaminantes que los países desarrollados. Su peso económico y capacidad de contaminación exige una responsabilidad nueva y diferenciada para ellos (origen conflicto China – EEUU en Copenhague). También porque la existencia de una pluralidad de realidades e intereses de los países en desarrollo creaba dificultades para actuar como un solo bloque en la negociación.
¿Ahora en la COP 20, en Lima, que se busca?
En la reunión de Lima, los participantes buscan alcanzar consensos para adoptar medidas para reducir el aumento de la temperatura causante del calentamiento global, a fin de mitigar el cambio climático.
Nota Final.- No todos están de acuerdo con la existencia de un Calentamiento Global de origen antropogénico, existen científicos que niegan que esto sea verdad, se invita a observar este vídeo que expone una posición crítica frente a lso que afirman la existencia del Calentamiento Global.